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10-08-2016 |
Papel moneda, oro y la teoría monetaria de Marx (1)
Rolando Astarita
Este artículo fue publicado en En defensa del marxismo , Nº 43, febrero de 2015. Aquí va la primera parte .Introducción
En el número 42 de En defensa del marxismo se reproducen dos trabajos, uno de Kautsky, de 1913, y otro de Hilferding, de 1912 (publicados originariamente en Die Neue Zeit ), dedicados a discutir el papel dinero y su relación con los precios. El artículo de Hilferding es una reafirmación de su tesis presentada en El capital financiero . En ese trabajo Hilferding afirmó que cuando no existe libertad de acuñación es válida la teoría cuantitativa del dinero (criticada por Marx en El Capital ). Según Hilferding, el valor del papel moneda está determinado por el valor de las mercancías en circulación, y no tiene relación con el oro. Kautsky, por su parte, critica esta concepción de Hilferding. En lo esencial, afirma que el oro es la base de medición del valor de las mercancías, y no puede ser desplazado de ese rol. Aunque, como veremos más abajo, también parece acordar con Hilferding en que el papel moneda deriva su valor de su relación cuantitativa con las mercancías.
A pesar de que los artículos tienen más de un siglo de publicados, el tema sigue estando en el centro de los debates sobre la naturaleza del dinero y la vigencia de la teoría monetaria de Marx. El objetivo de este escrito es examinar las posiciones en disputa, su relación con la teoría de Marx y, lo que es más importante, su relevancia para la comprensión de los fenómenos monetarios actuales.
La teoría cuantitativa
Empecemos con la teoría cuantitativa. En su formulación más tosca –aunque no ha desaparecido– esta teoría sostiene que la “masa de dinero” se compara con la “masa de mercancías”, y a cada parte de esa masa de mercancías le corresponde una parte del dinero. De manera que si aumenta la cantidad de dinero, y la cantidad de mercancías permanece constante, los precios aumentan. Montesquieu lo expresaba así: “La fijación del precio de las cosas depende siempre, y en lo fundamental, de la proporción que existe entre el total de las cosas y el total de los signos” (citado por Marx, 1999, t. 1. p. 152, Nota). Hume y Ricardo también adhirieron al enfoque cuantitativo (aunque Ricardo defendía la teoría del valor trabajo), y finalmente, la teoría adquirió su formulación clásica con Irving Fisher, a principios del siglo XX. Fisher propuso la fórmula que todavía hoy aparece en los manuales de macroeconomía, para introducir a los alumnos en la teoría monetaria: MV = PT donde M es la masa de dinero; V es la velocidad de circulación del dinero; T son las transacciones; y P el nivel de precios.
Naturalmente, esta ecuación por sí misma no dice nada acerca de las relaciones causales. O, más bien, si pensáramos que la variable dependiente está del lado izquierdo (como acostumbra suceder en cualquier ecuación), podríamos sacar la conclusión de que la masa de dinero, o su velocidad, dependen de los precios y las transacciones. Pero no es esto lo que quiso expresar Fisher. Es que en la concepción cuantitativa, el nivel de transacciones está determinado por la “economía real”. Y dado que los mercados tienden al pleno uso de los recursos, T está “dada”, y no se puede modificar; por lo menos, no en el corto plazo. A su vez, y siempre según Fisher, la velocidad del dinero es estable (no rígida, sino estable), porque depende de factores institucionales. Por ejemplo, si el hábito de pago de los salarios es mensual, la velocidad del dinero será menor que si es quincenal. Por último, la masa de dinero es exógena a la economía. Esto significa que puede ampliarse “desde fuera”; el dinero “se inyecta”. Establecidas así las cosas, tenemos todos los elementos para comprender las relaciones causales de la teoría cuantitativa: si aumenta la masa monetaria, dado que V es estable, y T está dada, inevitablemente aumentan los precios. Aquí un planteo central es que la función principal del dinero es ser medio de circulación; el atesoramiento no es tomado en cuenta (en Ricardo); o es considerado estable (como sucede en la formulación de Milton Friedman, donde los hogares mantienen un encaje monetario, en términos reales, más o menos constante).
La tradición crítica y Marx
En oposición a la teoría cuantitativa, hay una larga tradición crítica, que podemos remontar a James Steuart; que continuaron los partidarios de la “ banking school ”, como Tooke y Fullarton; que también está en Marx; luego en los poskeynesianos (Robinson, Kaldor, Davidson, Lavoie, entre otros) , los regulacionistas, y entre los marxistas en la actualidad.
Una idea clave en esta tradición es que la fórmula de Fisher no es en sí incorrecta, pero debe leerse de manera adecuada . Esto es, dado un volumen de transacciones (que no tiene por qué estar al nivel del pleno empleo); dados los precios de las mercancías (que en la teoría de Marx están determinados por la ley del valor trabajo); dado un cierto valor del dinero y dada una cierta velocidad del mismo, la cantidad de masa monetaria que circula está determinada . En otros términos, si se entiende que M está determinada por las otras variables, la ecuación se interpreta en un sentido contrario a la teoría cuantitativa . Es la posición de Marx. Por eso, de hecho, encontramos la ecuación de Fisher en el capítulo 3 de El Capital . En este respecto, un argumento central de Marx dice que el dinero que no es necesario para la circulación se mantiene en reserva; lo cual implica afirmar que la función principal del dinero no es ser medio de cambio .
A fin de comprender esta cuestión es necesario repasar la secuencia teórica que sigue Marx para presentar las funciones del dinero. La primera función del dinero es ser medida del valor, y deriva directamente de su concepto: el dinero es encarnación del valor (esto es, de trabajo abstracto social). Pero por esta razón el dinero debe tener en sí mismo valor. Y dado que el valor no surge de la circulación, sino en la producción, el equivalente general, que encarna dinero, debe ser en principio una mercancía. Esto significa que no puede ser un mero signo, o una simple representación mental sin anclaje en la existencia de valor (lugares comunes en la literatura neoclásica). La idea de que es imposible desvincular el dinero de una mercancía equivalente general (digamos oro), encuentra entonces su raíz en esta cuestión. Pero debe observarse que no se trata de una mercancía más (como pensaba Ricardo, cuando escribía que Inglaterra podía pagar su deuda en trigo u oro). El dinero mercancía, en la concepción de Marx, es una mercancía especial, ya que tiene el privilegio de encarnar valor; razón por la cual no puede considerársela como un simple “numerario” condenado a circular.
De lo anterior también se desprende la idea, fundamental en la crítica de Marx a la teoría cuantitativa, de que el valor del dinero no puede surgir de la circulación. El dinero entra en la circulación con valor, mejor dicho, como encarnación del valor. A su vez, las mercancías llegan al mercado con un precio, que deberá realizarse, o no, en la venta. Por lo tanto, no tiene sentido decir que los precios de las mercancías se determinan en la comparación en el mercado entre la masa de mercancías y el dinero, donde el valor del dinero quedaría determinado como el recíproco de los precios. En consecuencia también, a partir de esta primera función del dinero, ser medida de valor, se entiende la segunda, que es ser medio de circulación. Función que a su vez se articula y complementa con las siguientes, ser medio de atesoramiento, medio de pago y dinero internacional. Esto es, no tiene sentido considerar de manera abstracta y unilateral la función del dinero como medio de circulación; esta función solo se comprende en el marco de las otras, y no puede existir sin las otras. Esta es la razón última de la tesis de Marx sobre que, dado el valor del dinero, y el valor de las mercancías, solo circula la cantidad necesaria de dinero, como hemos adelantado, y el resto se atesora. El atesoramiento aquí se inserta lógicamente en las funciones del dinero, que a su vez se vinculan orgánicamente con su concepto (encarnación de tiempo de trabajo directamente social). La cuestión adquiere una importancia difícil de disimular en la crítica de Marx a la ley de Say, y en su énfasis en que la posibilidad teórica de las crisis está dada a partir de que el dinero puede atesorarse; esto es, se vende pero no se compra (como contrapartida, no es casual la adhesión de Ricardo a la teoría cuantitativa, la ley de Say y su idea de que el dinero es solo medio de cambio).
Billetes de banco y dinero endógeno
La crítica de Marx a la teoría cuantitativa agrega otro elemento vital a lo anterior. Sostiene que una fuente principal de creación de dinero (algunos dirán que la única) es endógena a la economía , porque está vinculada al crédito bancario. En este punto Marx estuvo influenciado por la tradición de la banking school , que se oponía a la idea de que el dinero es “inyectado” (en términos más actuales, y como dice la conocida metáfora del helicóptero de Friedman, el Banco Central arroja dinero y determina su masa).
Para ver el asunto en su formulación moderna, recordemos que según los neoclásicos (en general adhieren a la teoría cuantitativa), el Banco Central inicia el proceso de creación de dinero, al aumentar la base monetaria (conformada por los encajes de los bancos más billetes en manos del público) mediante alguna operación exógena; por ejemplo, con la compra de títulos públicos. Luego los bancos (también puede ser el público, pero ahora simplifico) transmiten esta inyección, al transformar la base monetaria en masa monetaria, según un cierto multiplicador, que está determinado por el nivel de los encajes y de billetes requeridos por el público. Lo cual supone un mecanismo por el cual esos “excesos” de encajes monetarios inyectados por el Banco Central de dinero, son descargados por los bancos otorgando créditos; créditos que son aceptados por los “agentes económicos”, que a su vez los transforman en depósitos, que dan lugar a nuevos créditos, hasta agotar la cantidad de excedentes en las reservas. Es la idea de una “papa caliente”: los bancos descargan siempre sus excedentes, los agentes privados aceptan siempre el ofrecimiento del crédito, con independencia de las condiciones económicas concretas, los bancos vuelven a descargar el exceso (ahora reducido), y de esta manera se expande la demanda. Dado que la economía tiende a estar en pleno uso de recursos (y su oferta es inelástica, al menos en el corto plazo), todo termina en inflación.
En una visión opuesta, los teóricos del dinero endógeno sostienen que los iniciadores del proceso de creación de dinero son los capitalistas que solicitan créditos a los bancos . Los bancos otorgan los créditos y el Central genera el respaldo a estos créditos. Pues bien, influenciado por los escritos de la banking school , y la expansión del crédito comercial en el siglo XIX, Marx toma esta idea de la creación endógena de dinero. En la época en que escribía, tal vez el factor central de generación de dinero endógeno consistía en el descuento de letras de cambio, y otros documentos, por los bancos (y en primer lugar, el banco de Inglaterra).
En este punto hay que tener presente que los billetes de banco de los que habla Marx en El Capital no son los billetes de curso forzoso que conocemos hoy. Marx se preocupa por señalar esta diferencia: las leyes de circulación de ambos tipos de billetes (notas bancarias y papel de curso forzoso estatal) son distintas. El billete de banco ( banknotes ) que presenta Marx en el capítulo 3 surge de la circulación del capital mercancía, y refluye a su emisor (incluso originariamente en el billete se escribía el monto descontado y la fecha de vencimiento). Se trata por eso de una forma de crédito que se monetiza ; esto es, cumple una de las funciones del dinero, la de medio de circulación . Pero no es medida de valor, medio de atesoramiento, medio de pago final o medio para saldar transferencias internacionales . Este punto es clave para comprender los mecanismos monetarios: actualmente es ampliamente reconocido que el pago definitivo ( settlement ) debe realizarse siempre con dinero “contante y sonante”. Esto significa que en última instancia la pirámide de medios de circulación descansa en la confianza de que existe una reserva última de valor en que se saldan los pagos (véase más abajo, y sus consecuencias en las crisis).
Agreguemos que en el sistema capitalista la generación endógena de dinero también está determinada por el otorgamiento de créditos a las empresas por parte de los bancos, a fin de ampliar o sostener el ciclo de acumulación capitalista (esta cuestión quedó tratada apenas en borradores por Marx, en el tomo 3 de El Capital; pero fue desarrollada por los poskeynesianos y teóricos del “dinero circuito”). Lo importante es que al conceder el crédito, los bancos abren depósitos (o permiten el giro en descubierto) y el dinero bancario así emitido refluye cuando se cancela el crédito. A su vez, y paralelamente, existen muchos tipos de créditos que se monetizan y sirven como medios de circulación: tarjetas de débito, de crédito, cheques (cuando se acepta un cheque se acepta, de hecho, un pasivo).
Encontramos así una nueva razón para rechazar la idea de que los precios de las mercancías surgen de la comparación entre la masa de dinero y la masa de mercancías. Es que no hay manera de saber qué “masa” de dinero debe compararse. ¿M1, compuesta por billetes en manos del público más depósitos transaccionales? ¿M2, que toma en cuenta (en Estados Unidos) el dinero colocado en depósitos a plazo y fondos mutuales del mercado monetario? Los propios neoclásicos no se ponen de acuerdo, o incluso se contradicen. Por ejemplo, en su conocido manual de macroeconomía Blanchard y Enrri (2000) sostienen que los depósitos a plazo, las participaciones en el mercado de dinero y los depósitos en el mercado de dinero “ no son dinero ” (p. 609; énfasis en el original) ya que no pueden utilizarse con fines transaccionales, o solo pueden hacerlo con importantes limitaciones. Lo cual no les impide, en la página siguiente, afirmar que los depósitos a plazo y las participaciones y depósitos en el mercado de dinero son “dinero en sentido amplio”. Y para contribuir a la confusión general admiten que en Argentina los plazos fijos están incluidos entre los agregados monetarios más relevantes utilizados por el Banco Central. Pero los ejemplos, y las preguntas, se pueden multiplicar. Por caso, ¿cómo se considera el sobregiro bancario? ¿Los cheques de viajero? ¿Los depósitos a plazo que pueden ser transferibles por certificados? ¿Las letras de corto plazo de alta liquidez, que también circulan? ¿De qué se habla entonces cuando se dice que los precios surgen por “comparación” entre masa monetaria y mercancías?
Sin embargo, desde la teoría de Marx los créditos monetizados no ofrecen dificultad en lo que respecta a la formación de precios, ya que solo cumplen la función de medios de circulación, que se generan de manera endógena, y siempre implican el reflujo hacia el emisor. De ahí que su circulación no puede “desbordar” (aunque puede haber estafas con la emisión de estos créditos, como ya sucedía con frecuencia en el siglo XIX).
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com